Paisaje marino en Les- Saintes- Maries- de-la- Mer

pintura de Vivente Ven Gogh


En 1885, cuando aún vivía en Holanda, Van Gogh escribió: «Arena—mar-cielo. Me gustaría tanto expresarlos en algún momento de mi vida!». En Les—Saintes—Maries—de—la—Mer finalmente tuvo la oportunidad de hacerlo. Sólo pasó cuatro días de finales de mayo en ese pueblo costero, pero quedó tan enamorado que a su regreso realizó nueve dibujos y tres pinturas inspira dos en él. Dos de las pinturas son paisajes marinos, y ésta es la mejor de ambas. De hecho, el artista se sintió tan complacido con ella que realizó tres copias en agosto. Cuando trabajaba en el original, el pintor aspiraba a desarrollar una forma de trabajo más segura; las pinceladas más gruesas necesarias para pintar el mar le liberaron de su precisión previa. Además, el Mediterráneo demostró tener una riqueza cromática mayor de lo que había supuesto, y este hecho contribuyó a afirmar su idea de que «el color debe exagerarse aún más». En una carta en la que le describe la escena a Theo, Van Gogh expresa su sorpresa con las siguientes palabras: «El cielo azul profundo estaba manchado de nubes de un azul más profundo que el azul fundamental de cobalto intenso, y de otras de un azul más claro, como el azul pálido de la Vía Láctea».

Es precisamente en los azules de las olas donde parece encontrarse el verdadero tema de la pintura, con los barcos del fondo relegados al papel de meros añadidos. Las olas del primer plano, poseedoras de una curiosa condición que recuerda la hierba, están pintadas con un impasto particularmente grueso, que produce el efecto de que van a salpicarnos desde el lienzo.