Cómo hacer jabón líquido

Cómo hacer jabón líquido, el método de la pasta


Hoy en día, los jabones artesanales y naturales han vuelto a ponerse de moda, y así lo vemos, con la proliferación de tiendas que venden este tipo de productos. La fabricación de jabón frío ha sido el método favorito en las cocinas durante casi treinta años. El proceso en caliente es nuevo y poco conocido, lo cual genera inseguridad y rechazo. Pero, en realidad, el procedimiento con calor es muy sencillo y basta con un poco de experiencia para que todo resulte igual de fácil.

Un poco de historia
Se dice que fue en Roma donde apareció el jabón por primera vez. Fue por casualidad, al contemplar cómo al caer la lluvia sobre la grasa de los animales sacrificados, brotaba espuma. Desde hace más de 5.000 años los israelíes ya lo incluían dentro de sus propias leyes para determinar la higiene personal y se cree que los fenicios lo trajeron a Europa en el año 600 antes de Cristo. Con la caída del Impero Romano, la fabricación de jabón desapareció en el Continente y no fue hasta el siglo XVI cuando comenzaron a desarrollarse nuevas técnicas con las que obtendrían un jabón más puro.

Una de las creencias más difundidas por todo el mundo y menos acertada, es que en la Edad Media la higiene no se valoraba. Por el contrario, fue en esa época cuando proliferaron los baños públicos y las clases más privilegiadas contaban con los suyos propios. Fue en la Baja Edad Media cuando los baños empezaron a cerrarse, y ya durante el Renacimiento, la gente se limitaba a perfumarse para cubrir los olores.

Desde entonces, la elaboración del jabón ha pasado por muchas fases: la aportación de los norteamericanos, el descubrimiento de nuevas técnicas, el desarrollo de la química, su industrialización y comercio, pero sobre todo, su inclusión en nuestras vidas como un elemento indispensable para nuestra higiene y salud.

Los jabones artesanos de sodio y de potasio
El jabón es el resultado de la reacción de un álcali sobre los ácidos grasos. Todo es cuestión de química.

  • Jabones de sodio: proviene del hidróxido de sodio. Obtendremos una pastilla dura, ya que el sodio se cristaliza tras la reacción química y, como consecuencia, los cristales impiden que la luz los traspase; por lo tanto, la barra será opaca.El jabón líquido también tiene una base de sodio. Son claros y transparentes porque los cristales están diluidos. Los disolventes que se suelen usar para su disolución son el azúcar, la glicerina o el alcohol.
    • Jabones de potasio: más soluble que el sodio, el hidróxido de potasio es la base de todos los geles líquidos. Su jabón está compuesto por ingredientes puros y naturales. Es muy versátil porque puede modificarse para adaptarlo a todo tipo de piel. Su proceso es sencillo; tan solo hay que variar uno o dos ingredientes de la fórmula inicial y obtendremos una amplia variedad de jabones: baños de espuma, de manos, champús, etc.

    Método en caliente: conoce la técnica y sus propiedades
    Este sistema es una técnica sencilla en la que una base de jabón se calienta a temperaturas relativamente altas (de 82 a 93º C) durante dos o tres horas. Esta elevada graduación asegura que todos los ácidos grasos libres queden neutralizados; hecho que es esencial para conseguir un color cristalino y transparencia. Este proceso también se utiliza para producir otras variedades especiales, como las cremas, pastas y pastillas translúcidas. Además, si se comenten errores, casi siempre se pueden reparar. Durante siglos, ha sido el sistema escogido por los fabricantes de jabón comercial.

    Sin embargo, el proceso en frío no necesita calentar la base de jabón. Los aceites y la solución en lejía se combinan a temperaturas más bajas (de 38 a 48º C) y, luego, la emulsión se aísla con mantas, y se deja reposar unas 24 horas. Durante este tiempo, se cuece solo, al calentarse por la reacción entre los ácidos grasos y el álcali.

    El jabón artezanal casi siempre se elabora con el método en frío a pesar de sus limitaciones, ya que con él sólo se obtienen jabones de manos opacos. El resto, los líquidos, las pastillas transparentes, así como las cremas, están fuera de su alcance. Además, este sistema no admite errores; un mal cálculo de la temperatura o en la cantidad de los ingredientes, y tu proyecto irá directamente a la basura.

    En busca de la transparencia: la hidrólisis
    El objetivo que nos hemos marcado es conseguir un jabón transparente y, para ello, entra en juego la hidrólisis. Ésta es una forma de descomposición donde los ácidos grasos son liberados y luego se combinan químicamente con los iones de sodio o de potasio para formar el jabón. Pero si no se ha añadido suficiente cantidad de álcali, si hay demasiado aceite o si la temperatura del lote del jabón que se saponifica es relativamente baja, quedarán ácidos grasos no neutralizados.

    Este exceso es desastroso para las pastillas transparentes, los líquidos y los geles. El sobrante se manifiesta en una textura lechosa y opaca, aunque esta saturación es muy deseable en jabones para manos, ya que hacen que la espuma sea más abundante y suave.

    Si alguna vez has intentado hacer un jabón transparentemediante el proceso en frío, sin duda habrás fracasado, porque sin importar la precisión con la que hayas medido los aceites y el álcali, el proceso rara vez generará suficiente calor como para neutralizar por completo los ácidos grasos. Si lo que buscas es la transparencia, el método en caliente es el único sistema que nos la proporcionará.

    Por si te quedaron dudas: el álcali y la saponificación.

    • El álcali es un compuesto químico, muy soluble en el agua, que actúa como base energética en una disolución acuosa, para dar lugar a la formación de iones de hidróxido.
    • La saponificación es una reacción química que produce calor. El proceso en caliente combina la combustión química de ésta, con la calidez mecánica de tu cocina. Esta fusión une todos los ácidos grasos con el álcali y, de esta manera, se lleva a cabo la hidrólisis. Se completa cuando el álcali ha reaccionado con todo el ácido. El producto que obtenemos es, por un lado, jabón, y por el otro, glicerina. Para su uso comercial se suele separar los dos componentes, pero el artesanal los conserva. El resultado; un jabón neutro y transparente.

    Una de las técnicas que conocemos para elaborar nuestro propio jabón líquido es el método de la pasta. Para conseguirlo, vamos a necesitar tiempo, paciencia y sobre todo mucho calor. Si sigues nuestras instrucciones, al final del proceso obtendrás un jabón artesanal y personalizado, ya que serás tú quien decida el color, la fragancia, su textura e incluso la cantidad de espuma que quieras que produzca.

    Este método tiene cierto parecido al proceso en frío: se añade una solución cáustica a las grasas calientes y luego se remueve hasta que la mezcla se espese y cuaje. Aquí los procesos se separan porque el nuestro continuará calentando el jabón cuajado hasta que se neutralice; o lo que es lo mismo, hasta que consigamos que sea transparente.

    ¿Qué necesitamos?

    • El ingrediente base son las grasas. Éstas serán sólidas o líquidas y de ellas dependerán la transparencia, textura e incluso la cantidad de espuma que genere nuestro jabón. El aceite de coco, el de palma y sebo o la manteca de cacao, pertenecen al grupo de las sólidas, mientras que el aceite de oliva, el de ricino y el de ricino sulfonado, son del segundo tipo.
    • Las ceras son químicamente similares a los aceites y, en pequeñas cantidades, aumentan la hidratación del jabón. Puedes usar lanolina o jojoba.
    • Hidróxido de potasio (lejía), es la base cáustica. La puedes encontrar líquida o en polvo.
    • Los disolventes nos ayudarán a conseguir la transparencia de nuestro jabón: alcohol (etílico o isopropanol), glicerina e incluso el azúcar.
    • Agua blanda o destilada, bórax (por sus propiedades detergentes y ablandadoras), neutralizantes, carbonato de potasio, conservantes, bactericidas, etc.

    Elaboración
    Prepara el caldero doble: en un caldero de unos 19 litros, llena 8 ó 10 cm. de agua. Ponla a calentar y mantén una ebullición moderada y constante.

    Añade aceites y grasas: pesa las grasas y los aceites e introduce en una cazuela, en primer lugar, todas las grasas o ceras sólidas y cuando se hayan diluido, añade los aceites. Una vez hayan alcanzado los 71º C, reduce el fuego al mínimo y mantén esa temperatura. Las proporciones dependerán de cómo prefieras la concentración del jabón.

    Prepara la solución de lejía: la lejía es bastante cáustica y su contacto puede causar quemaduras. Usa siempre gafas y guantes al manipular la materia granulosa, las soluciones de lejía y el jabón no neutralizado.

    Mide bien la proporción de agua de la solución y viértela en un recipiente de dos litros o mayor. Pesa la lejía en polvo, echa los gránulos en el agua (A), y remueve hasta que se disuelvan (B). Ten cuidado de no inhalar los vapores que se liberan; la temperatura ascenderá hasta los 65º C casi al instante y el vapor, incluso, será ligeramente cáustico.

    Añade la lejía a los aceites y remueve: deja que enfríe la solución de grasas y aceites hasta los 60º C y, luego, añade con un chorro fino y regular la solución de lejía, mientras sigues moviendo de forma constante a 71º C. Luego, con una batidora o una picadora remueve hasta que el jabón se ponga bastante viscoso; esto llevará un tiempo. Esta fase es importante para evitar que el jabón y la solución de lejía se separen.

    • Consejos: que los aceites y la lejía se mezclen dependerá de la temperatura, que tendrá que estar entre 71º y 76º C, el tipo de aceite, ya que de sus propiedades depende si tienen facilidad para espesar o alcanzar más calor (el de coco aumenta su temperatura y espesa más rápido que el de oliva) y la velocidad: una batidora, siempre será más rápida que tu mano.
    • Puedes mezclar los aceites calientes y la lejía la noche antes, removiendo solamente 5 ó 10 minutos. Cubre la cacerola con una manta y deja reposar. Al día siguiente repite la acción hasta que espese.
    • Si añades alcohol etílico a la solución (menos de 100 gramos), acelerarás la saponificación.

    Cuece la pasta
    Una vez que ha espesado el jabón, introduce el cazo dentro del caldero doble y déjalo calentar durante 5 ó 10 minutos. Si tienes una tapadera para cubrir las dos cazuelas, úsala y así conservarás el calor. Pasado este tiempo comprueba si la lejía y el jabón se han separado. En el caso de que así sea, bastará con que remuevas de nuevo la solución.

    No te alarmes si la pasta se hincha; atrapa fácilmente el aire. Remuévela un rato cada 20 ó 30 minutos durante las siguientes tres horas; las burbujas desaparecerán. Durante la primera hora la masa es opaca y blancuzca, pasado este tiempo, se irá volviendo translúcida.

    Comprueba si has conseguido la transparencia
    Vierte 28 gr. de jabón en 57 gr. de agua destilada en ebullición. Si al enfriarse la muestra presenta un intenso aspecto lechoso, significa que aún quedan ácidos por neutralizar, por lo que habrá que cocer y remover de nuevo durante media hora más. Transcurrido este tiempo repite la acción. Si al cabo de cuatro horas no has conseguido un jabón claro, tal vez no hayas medido bien las proporciones de los ingredientes.

    Diluye el jabón
    Pon a hervir agua y añade la pasta. Ayúdate de una batidora para dispersarla. Cuanto mayor sea la cantidad de jabón que contenga, mayor será su concentración y costará más que se disuelva. Puedes solventar este problema añadiendo alcohol (de 60 a 100 gr.) o simplemente aumentando la cantidad de agua. Aun así, se disolverá igualmente si la dejas cocer a fuego lento, cubierta con una tapadera.

    Tabla de disolución
    En esta tabla tienes los porcentajes de jabón que tienes que utilizar, en función a la cantidad de agua que añadas por cada 453 gr. de pasta.

    • 15% de jabón para 1.360 gr. de agua por cada 453 gr. de pasta.
    • 20% para 907 gr.
    • 25% para 624 gr.
    • 30% para 454 gr.
    • 35% para 340 gr.
    • 40% para 255 gr.

    Neutralización
    Tras haber cocido y diluido el jabón, tendrás que añadir "amortiguadores" para bajar el pH hasta que sea neutro: 9´5 - 10. Es preciso, porque esta receta se ha formulado con un ligero exceso de lejía para asegurar que todos los ácidos grasos se disuelvan. Para ello utilizaremos los neutralizantes: ácido cítrico, ácido bórico o bórax.

    Disuélvelos en agua antes de añadirlos al jabón líquido. Para obtener una amortiguación al 20%, añade 57 gr. de ácido cítrico o bórico a 227 gr. de agua destilada hirviendo. Remueve hasta que se diluya. El ácido bórico se depositará en el fondo de la solución cuando se deje enfriar, por tanto, tendrás que calentarla antes de añadirla a la mezcla de jabón.

    Añade los colores y fragancias
    El momento ideal para añadir los colores y fragancias es inmediatamente después de la dilución y neutralización, mientras el jabón aún está próximo al punto de ebullición. Las fragancias no se disuelven con el líquido frío, así que viértelas cuando esté caliente y remueve para ayudar a que se dispersen. Hay que añadir los colores en pequeñas cantidades porque con un poco ya se nota bastante.

    Los aceites y fragancias enturbiarán el jabón porque no son del todo solubles. En el caso de los colores puedes salvar este problema usando aquellos con base de glicerina o solubles en agua. Si quieres añadir conservantes hazlo cuando la solución esté caliente, de esta manera se repartirán de forma homogénea.

    Aislamiento
    Vierte el jabón enfriado en unos tarros o botellas, cierra las tapas y déjalo reposar durante una o dos semanas. Esta fase de reposo se llama aislamiento. Durante este tiempo el enturbiamiento provocado por la adición de las fragancias y los ácidos que no se diluyeron bien, se irá disipando y el jabón adquirirá un color más brillante.

    El mejor lugar para aislar el jabón es un sitio fresco, como un sótano. Los recipientes de plástico o cristal nos facilitarán observar el cambio. Si utilizas bórax como agente emulsor o espesante, añádelo al jabón después del aislamiento.

    Si el jabón continúa turbio después de dos semanas de aislamiento, es posible que no hayas medido bien las cantidades iniciales de aceites y lejía, o que no se haya cocido bien la pasta. No se puede hacer gran cosa, pero podemos intentar añadir algunos agentes aislantes para aclararlo: alcohol, glicerina y azúcar. La proporción adecuada es de 60 gr. por cada 100 gr. de estos disolventes. Sin embargo no podemos excedernos ya que puede disminuir la espuma del jabón.

  • http://www.facildehacer.com/manualidades/?pagina=038_038