Pintura de Vicente Van Gogh Eugène Boch (1888)

Eugène Boch encarnaba al poeta universal, y el fondo estrellado representa la in


Corre el rumor de que Van Gogh pegaba estrellas en su caballete cuando pintaba de noche y que las colocaba también en el ala de su sombrero. Dichas historias, que alimentan las especulaciones acerca de su locura, bien podrían, por lo demás, ser ciertas. En todo caso, Van Gogh acataba con seriedad el imperativo inspresionista de pintar en plein air (al aire libre), y las escenas nocturnas de Arles lo atrajeron desde su misma llegada a la ciudad.

En ausencia de Gaugin, que todavía no se bahía trasladado allí, Van Gogh decidió pintar a otro amigo, el joven poeta belga Eugène Boch. Esta obra no se realizó durante la noche, y la elección de una noche estrellada como fondo para un retrato resulta ciertamente poco usual; es un caso único en la trayectoria de Van Gogh. El artista pensaba que Boch guardaba cierto parecido con Dante, el gran poeta italiano cuya romántica biografía había leído poco antes. Este hecho resulta significativo, ya que contradice la extendida idea segón la cual la obra de Van Cogh era absolutamente espontánea, nada planificada. De hecho, antes de comenzar a trabajar en el retrato, Van Gogh le escribió a Theo para descri birle su proyecto. Esta pintura también revela al artista como un hombre cuya atención se centraba en un mundo fantástico, lleno de estereotipos y de índole sentimental. En el imaginario de Van Gogh, Eugène Boch encarnaba al poeta universal, y el fondo estrellado representa la infinitud de sus sueños poéticos.