Noche estrellada sobre el Ródano (1888)

parece revelar la naturaleza romántica y festiva de la luz de las estrellas.


Este escena, pintada un par de meses después de la llegada de Van Gogh al sur de Francia, es seguramente la menos conocida de todas sus «noches estrelladas». Es asimismo una pintura mucho más tranquila y armoniosa que la que realizó un año después, aunque aoticipa ya su inconfundible estilo frenético. La obra la iuspiró una caminata nocturna, durante la cual Van Gogh experimentó, al parecer, un estado de hiperrealidad al toparse con la estrecha combinación de la hierba, el agua y el cielo. Resulta impresionante la manera en que estos tres elementos se funden en un todo dinámico. Por una vez, Van Gogh sintió que había sido capaz de transmitir con éxito en una pintura la hermosura de la naturaleza. No siempre se mostraba tan satisfecho con su propia obra. En una ocasión le confesó a Theo: «Lo que a menudo me molesta es que la pintura se asemeja a tener una mala amante, que gasta y gasta y nunca tiene suficiente, y yo me digo que aunque de vez en cuando surge de ella algún estudio tolerable, habría sabdo mucho más barato comprarlo a alguna otra persona». Esta cita se puede interpretar como una mera retórica de autocensura o como la expresión de un descontento genuino, pero sea como friere el deseo de pintar que sentía Van Gogh nunca decayó. Tomó los pinceles a la relativamente tardía edad de 27 años y desde ese momento la pintura se convirtió en un elemento central de su vida, que le proporcionaba además un importante efecto terapéutico. De hecho, este cuadro encarna la profunda alegría que le producía pintar. Todo, incluso la pareja que se destaca en primer plano, parece revelar la naturaleza romántica y festiva de la luz de las estrellas.