E
s muy fácil trabajar con jabón moldeable: se derrite la base; se le añade un poco de color, fragancia y otros aditivos; ¡y de ahí al molde! Este proceso se llega a dominar muy rápidamente, con lo que pronto adquirirás la técnica y la confianza necesarias para despegar y atreverte con proyectos más complicados o, incluso, a crear los tuyos propios. ¿Qué necesitas para iniciarte en el mundo del jabón? Tan solo unos cuantos utensilios de uso cotidiano que encontrarás en cualquier cocina y algunos materiales básicos.
alrededor de seis pastillas.
Si bien no son imprescindibles, no viene mal disponer de:
Una vez que hayas comprado todo lo necesario, hayas preparado la superficie de trabajo y ordenado todos los materiales para mayor comodidad, sólo te hará falta saber cómo empezar. Los seis pasos básicos para elaborar jabón son:
1. Derretir la base jabonosa. 2. Añadir el color. 3. Añadir las fragancias. 4. Mezclar con otros aditivos, si procede. 5. Verter en moldes. 6. Desmoldar, usar y… ¡disfrutar!
Para calcular la base jabonosa que debemos utilizar, llenaremos de agua el molde. Luego la verteremos en un cuenco y usaremos un trozo de cinta adhesiva para marcar la altura del agua. Calcula por lo bajo la cantidad de jabón que crees que vas a necesitar, derrítelo en el microondas o al baño maría y, a continuación, ponlo en el cuenco. Si el jabón todavía caliente no llega a la altura de la cinta adhesiva, añade un poco de jabón sin derretir (que acabará deshaciéndose por el calor). Este método resulta más sencillo si utilizas un medidor.
Ahora pon el jabón en un recipiente de cristal o de plástico transparente. Emplearás este mismo cacharro para añadir las fragancias y los tintes, y si es transparente, podrás saber con exactitud qué color has obtenido. La gracia de la base moldeable está en que se puede derretir una y otra vez, de manera que puedes utilizar las cantidades que te sobren en futuros proyectos
Sea cual sea el método utilizado, no sobrecalientes el jabón. Si lo haces, pueden surgirte muchas complicaciones. En primer lugar, podrías quemarlo, haciendo que su base se volviera de color ámbar. También corres el riesgo de deshidratar la base o de hacerla más viscosa y opaca. Si añades colorante o esencia a una base que esté muy caliente, ésta hervirá enseguida y posiblemente se derramará, lo cual siempre es un peligro.
Recuerda, por último, que un sobrecalentamiento causa todo tipo de problemas técnicos: pueden derretir los objetos que hemos incluido en el jabón, así como deformar el molde, que tardará mucho más tiempo en enfriarse. Cuando ya sólo nos falta desmoldar la pieza para ver nuestra nueva obra de arte, la espera final puede resultar interminable...
Advertencia: el jabón caliente quema, igual que el agua hirviendo o la cera. Es conveniente llevar gafas de protección y guantes cuando manipules el jabón.
Calcula la cantidad de fragancia con una cuchara de medición: añade de 1 a 3 cucharaditas por cada 1/2 k. de jabón (2% de fragancia aproximadamente) y remueve bien. Si no lo mezclas correctamente, la pastilla podría tener manchas de fragancia concentrada que podrían irritar la piel. Para perfumar el jabón puedes utilizar cualquier sustancia que no irrite la piel: tu perfume favorito, un aceite esencial, etc.
No emplees productos no aptos para uso tópico, como lo son algunos aceites para inciensos y popurrís. En caso de duda, no utilices el producto, o bien, haz una prueba sobre la piel para cerciorarte de que no hay peligro de irritación.
Es recomendable que perfumes el jabón antes de añadir el colorante, ya que el color de la fragancia y los aceites esenciales influirán sobre el aspecto final. Si quieres obtener una pastilla azul y le añades colorantes de este tono a tu jabón de limón, quedarás decepcionado al ver que éste se vuelve de color verde.
Existen diferentes tipos de colorantes: el líquido es el más práctico. Añádelo poco a poco y remueve hasta lograr el color deseado. Si utilizas colorantes sólidos, derrítelos primero en un cuenco aparte y añádelos a continuación al jabón. Si no, usa un cuchillo para cortarlo en trocitos y después echaéstos en el jabón derretido, removiendo bien hasta que quede todo mezclado.
Los colorantes en polvo pueden añadirse a veces directamente a la base jabonosa derretida. No obstante, procura que no se formen grumos. Aún así, lo más recomendable es mezclar aparte el colorante en polvo con agua y después añadirlo al jabón, hasta conseguir la intensidad de color deseada.
Personaliza tu jabón añadiendo aditivos líquidos como aceite de almendras y vitamina E, o sólidos como la avena y la lufa en polvo. Al incorporar líquidos, mide la cantidad con una cuchara y añádelo al jabón derretido. Remueve bien durante 30 segundos. La cantidad depende mucho del aditivo.
Si no estás seguro, haz una pastilla de jabón de prueba utilizando sólo una cucharadita de aditivo por medio kilo de jabón y vuelve a hacer la prueba con una cucharada normal. Compara las dos pastillas obtenidas y así sabrás qué proporción te interesa más. Un exceso de aditivos le dará un aspecto irregular al jabón, lo enturbiará o aparecerán grumos.
Los aditivos sólidos, como la avena, tienden a bajar al fondo del molde cuando se vierte el jabón. Si te gusta así, perfecto. Si prefieres que quede repartido uniformemente, no viertas el jabón en el molde mientras esté todavía caliente, es mejor dejarlo enfriar en el cuenco, mientras remueves suavemente la mezcla de jabón y aditivo. Cuando se haya espesado, será el momento de ponerla en el molde.
Vierte el jabón directamente desde el cuenco al centro del molde. A continuación, pulveriza la superficie con alcohol para evitar que se formen burbujas indeseadas. Como moldes, puedes utilizar muchos artículos que encuentres en casa. Si bien es cierto que usar un molde de plástico para jabón o para velas es lo más adecuado, a veces no se puede evitar caer en la tentación de reciclar todo tipo de recipientes que tengamos en los armarios de la cocina.
Por ejemplo, los envases de yogures, la mitad inferior de los cartones de leche, los moldes de tartaletas y galletas... Te ahorrarás problemas si escoges moldes que tengan cierta flexibilidad y que permitan desmoldar el jabón fácilmente cuando se enfríe. El plástico, los envases de metal fino y los papeles resistentes al agua funcionan muy bien como moldes. En cambio, el cristal o la cerámica son demasiado rígidos. Si quieres usar un molde rígido, te recomendamos que antes pulverices el interior con un agente graso (como vaselina) que sirva para evitar que el jabón se adhiera a las paredes.
Dependiendo del tamaño de la pastilla y de la temperatura a la que estaba la base cuando la pusimos en el molde, el jabón se endurecerá en un espacio de tiempo que oscila entre 15 minutos y 2 horas. Sabremos si está duro presionando suavemente la superficie.
Para desmoldar, ponlo hacia abajo y haz presión sobre la base. El jabón debería salir sin problemas. Si no sale, puede que no esté lo suficientemente frío. Inténtalo de nuevo más tarde. Si, transcurrido ese tiempo, la pastilla sigue sin querer salir, pon el molde a remojo en agua caliente (procurando no mojar el jabón) en el fregadero o en un cuenco, déjalo en reposo durante 5 minutos y vuélvelo a intentar. Si ninguno de estos trucos funcionase, pon el jabón en el congelador durante 10 minutos y después pasa el molde por agua caliente.
En cuanto se haya enfriado del todo, ya puedes disfrutar de tu creación. Si prefieres no usar las pastillas inmediatamente, lo mejor para conservarlas es envolverlas en plástico. Así, evitaremos que el jabón se ablande o aparezcan gotas de humedad sobre su superficie.
Los aditivos alteran el comportamiento de una pastilla de jabón. Se usan para hacer que el jabón sea más suave, untuoso, espumoso, duro y con mayor acción limpiadora. Los aditivos también se emplean para hacer proyectos artesanales más complejos. Aquí te ponemos una lista de los más frecuentes, con el efecto que producen y la medida recomendada de cada uno por cada 1/2 kilo de jabón:
Alcohol: 1-4 cucharadas. Permite ablandar el jabón. En el producto final tiende a perderse la fragancia y puede resecar la piel. Si añadimos demasiado, el jabón obtenido se acabará deformando con el tiempo.
Cera de abeja: 28 gr. Consigue endurecer el jabón y hacerlo menos claro. La cera de abeja tiene un punto de fusión más alto que el del jabón. Derretiremos la cera de abeja por separado y la añadiremos al jabón derretido cuando esté muy caliente. Ten cuidado, porque la mezcla de jabón y cera puede estar lo suficientemente caliente como para deformar el molde.
Mantecas y aceites: hasta dos cucharadas. Produce un jabón más emoliente. Si nos excedemos en su uso, subirá a la superficie del molde y el jabón producirá menos espuma, además de oscurecerse.
Glicerina: 1-2 cucharadas. Tiende a ablandar el jabón y a hacerlo más emoliente, pero también hace que sude y esté pegajoso. Generalmente se recomienda la glicerina sólo si queremos modelarlo previamente.
Lanolina: 1 cucharadita. Hace el jabón más emoliente, lo endurece ligeramente y también puede enturbiarlo.
Jabón líquido o champú: 1-2 cucharadas. Consiguen potenciar la espuma, pero también oscurecen el jabón.
Agua salada (una parte de agua por dos de sal): de 1 cucharada a 1 taza. Endurece el jabón, pero si le añadimos la sal directamente, puede resquebrajarse. Tendremos que calentar un poco el jabón para disolver totalmente el agua salada.
Sorbitol: 1-2 cucharadas. Es el mejor aditivo para ablandar, aunque en exceso el jabón quedará pegajoso.
Las técnicas de la elaboración artesanal del jabón son muy sencillas y hay muy pocas cosas que puedan ir mal. A continuación, se definen los problemas más frecuentes con los que se puede encontrar un principiante.
Si el jabón se agrieta o se resquebraja es por sobrecalentamiento. También puede suceder por pérdida de humedad o porque haya estado en el congelador o a temperatura ambiente en el exterior durante el invierno. Para solucionarlo, basta con añadir un 5% de agua o un 10% de glicerina y volver a derretirlo.
Cuando se derriten los objetos que incorporamos al jabón es porque éste está demasiado caliente o los objetos son demasiado finos. Lo tendremos en cuenta evitando elementos demasiado frágiles y usando el jabón más frío. También puede pasar que los objetos se salgan de la pastilla obtenida. Para evitarlo, pulverizaremos con alcohol los elementos antes de echarlos a la base jabonosa o probaremos con jabón más caliente.
Asimismo, cuando se introducen los aditivos a un jabón demasiado caliente, éstos pueden quedarse al fondo de la pastilla. No sucederá si dejamos enfriar el jabón lo máximo posible antes de ponerlo en el molde. Podemos probar añadiendo una cucharada de agua helada al jabón justo antes de ponerlo en el molde, para que se enfríe más rápidamente.
Si el jabón se cubre de un líquido pegajoso o tiene una textura algodonosa es porque la glicerina atrae la humedad del aire y hace que aparezcan gotas en la superficie. En el caso de que esto suceda, pasaremos un trapo sin pelusilla por el jabón, lo pulverizaremos con alcohol y lo envolveremos en plástico.
Cuando el jabón huele raro suele deberse al uso de una base jabonosa de mala calidad o a un sobrecalentamiento (olor a quemado). Evitaremos el problema cambiando de material y cuidando la temperatura de la cocción. También puede surgir una especie de copos de nieve cristalinos debido a la baja calidad de la base. Para solucionarlo, volveremos a derretirla y añadiremos un cuarto o media taza de agua por cada medio kilo de jabón.
También podemos tener incidencias con el colorante. El jabón puede desteñir (colorantes solubles en agua) o quedarse opaco (no soluble en agua). Para evitarlo, lo mejor es cambiar de colorante por uno soluble o no soluble, dependiendo del problema.