Como se originaron las estatuillas de madera: Tuu-ko-ihu —uno de los ariquis o n

Al pasar por la colina de Punapau vio al pie de una roca roja a dos. espíritus q


Tuu-ko-ihu —uno de los ariquis o nobles que llegaron a Rapa-Nui con el primer rey, Hoto-Matúa— había salido de su casa en Hare-koka para dirigirse a Hanga-have. Al pasar por la colina de Punapau vio al pie de una roca roja a dos. espíritus que dormían. Eran Hiti-rau y Nuku-te-mango. Alcanzó a observar nítidamente sus costillas y su vientre hundido. Otro aku-aku (ánima), que estaba despierto, gritó:

—¡Despertad, el noble jefe ha visto vuestras costillas!

Hiti-rau y Nuku-te-mango persiguieron de inmediato a Tuu-ko-ihu. Lo alcanzaron y le preguntaron:

—¡Oh, jefe, ¿qué has visto tú?

—Nada —les respondió.

Los espíritus insistieron:

—¡Oh, jefe, ¿estás seguro? ¿Qué no has visto por acaso alguna cosa?

—No he visto nada —replicó Tuu-ko-ihu, y siguió su camino.

Los espíritus desaparecieron, pero algunos instantes más tarde se colocaron de nuevo en el sendero por el que iba el ariquí, para preguntarle una vez más:

—¿Qué sabes tú de nosotros?

Tres veces le hicieron la misma pregunta, pero Tuu-ko-ihu les respondió cada vez:

—Yo no sé nada de vosotros.

Si aquel jefe hubiera mostrado algún embarazo al contestarles, o si les hubiera dicho lo que realmente vio, esos dos espíritus le habrían dado de inmediato la muerte.

Cuando Tuu-ko-ihu llegó a Anahevea, la gente allá reunida se estaba aprestando para abrir los curantos en que habían preparado la comida. Tuu-ko-ihu cogió dos leños medio quemados que encontró en ese sitio, y los llevó a su choza. Allí talló en ellos la imagen de los dos espíritus que había visto. Esa misma noche tuvo un sueño en que vio espíritus femeninos, y a la mañana siguiente también los talló en trozos de madera.

La noticia de que Tuu-ko-ihu había tallado imágenes en madera se propagó por toda la isla. Muchos iban a pedirle que les confeccionara tales obras. Tuu-ko-ihu aceptó hacerlo y convino la recompensa que recibiría por su trabajo, consistente en alimentos. Hubo, sin embargo, muchos ingratos que no cumplieron lo concertado. Tuu-ko-ihu se negó por eso a entregarles las estatuillas que había confeccionado para ellos.

Una noche volvieron a insistirle que se las diera. Tuu-ko-Ihu les dijo:

—¡Venid acá! —y los hizo entrar en su choza.

Su sorpresa fue enorme, pues vieron en la obscuridad qua las imágenes talladas danzaban mágicamente, sin que nadie las moviera (1).

Llenos de miedo, se apresuraron a correr a sus huertas para traer al ariqui lo que le estaban debiendo.

(1) Las estatuillas eran empleadas en bailes dedicados al recuerdo de antepasados, llevándolas encima de la cabeza y moviéndolas en el aire.